Somos humanos, sí, y por tanto tenemos emociones que son las que, al parecer, nos diferencian del resto del mundo animal (aunque habría que decir mucho al respecto). Podemos sentir alegría, valor, euforia, ilusión, esperanza pero también miedo, tristeza, desilusión e incluso estrés. Todas estas emociones forman parte de nuestro bagaje propio y personal y son las que nos permiten disfrutar con alegría de una fiesta entre amigos, ilusionarnos ante una nueva relación o trabajo, sentir el amor que recibimos y damos pero también evitar algún peligro gracias al miedo, huir del mismo gracias a la activación que proporciona el estrés.
Es decir, nuestras emociones no son malas sino necesarias. El estrés no es perjudicial en sí mismo ya que permite que tengamos el ritmo de actividad necesario para el día a día; el problema surge cuando esas emociones se disparan desproporcionadamente, apareciendo en situaciones que no se ajustan a esa reacción e incluso manifestándose antes de que siquiera ocurra la posible situación, a veces simplemente con imaginar o pensar en ella.
Así, en ocasiones, la ansiedad, el estrés, el pánico parecen dominar nuestra vida en lugar de la alegría, ilusión y esperanza comentadas anteriormente. Ese tipo de emociones no sólo interfieren a nivel psicológico sino que interfieren de forma notable en nuestro entorno personal, familiar, profesional, social y, por supuesto, en nuestra salud.
En cardiología, por ejemplo, se utiliza un dispositivo que mide la Variabilidad de la Frecuencia Cardiaca (VFC), es decir, las variaciones de los intervalos entre los latidos del corazón regulados por el Sistema Nervioso Autónomo que también se ocupa de la respiración, temperatura corporal, presión sanguínea, metabolismo, función inmunológica, entre otros procesos “involuntarios” de nuestro organismo.
Pues bien, estudios realizados de VFC sobre personas sanas y enfermas han demostrado que a mayor variabilidad del ritmo cardiaco mas sano está el corazón y por tanto el organismo.
Se ha comprobado, asimismo, que las emociones mal gestionadas alteran notablemente la VFC, de ahí la importancia de contar con una herramienta o técnica que permita realizar esa gestión de forma correcta, tarea que EFT cumple con creces.
Las emociones tienen una clara influencia sobre nuestro cuerpo y nuestra vida, por lo que podemos deducir que eliminando los bloqueos producidos por las mismas de paso ayudaremos a eliminar también cualquier malestar físico o psicológico donde esas emociones negativas estén influyendo, como, por ejemplo:
Miedos, Fobias, Estrés, Depresión, Pánico, Ansiedad, Claustrofobia, Inseguridad, Ira, Culpa, Dolor de cabeza (migraña), Dolor físico en general, Alergias, problemas de piel y así se podría continuar la lista casi indefinidamente.
La Ansiedad, el estrés, la tristeza, la ira y el miedo o fobia se resuelven bien desde la psicología tradicional, aunque a veces lleva demasiado tiempo y se puede sufrir en cierto modo al intentar solucionarlo.
Con EFT (Técnicas de Liberación Emocional) el sufrimiento en la recuperación se reduce al mínimo y se acelera el tiempo necesario para eliminar el problema.
Juan Pedro
Psicólogo
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