viernes, 15 de enero de 2010

La auténtica guerra

La guerra no se decide sobre el terreno, en el desierto!
Allí,no se desarrollan más que las consecuencias inevitables de otro campo de batalla, invisible a simple vista para el hombre.
Un campo de batalla en el que TODOS somos responsables y esto es lo único que importa.
Cada una de nuestras emociones negativas abre la puerta al invasor.Así es como comienza la guerra!
Sin embargo, cada una de nuestras sonrisas con confianza destruye los proyectos de muerte. Cada uno de nuestros pensamientos positivosdisminuyen las fuerzas destructoras. Cada una de nuestras peticiones de paz amortigua el fuego de la guerra.
Los que vivimos hoy, no asistimos por azar ha esta guerra en el desierto. No, cada uno de nosotros es un guerrero responsable del gran equilibrio de la historia.
Nosotros no somos las víctimas impotentes de los acontecimientos exteriores, sino más bien la gota poderosa y decisiva que hace inclinar la balanza hacia la Vida o hacia su aniquilación.
Llevar conscientemente esta responsabilidad nos eleva a la dignidad de HOMBRE.
Gita Mallasz

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A cierta edad


Dicen que a cierta edad las personas nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina y que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que sólo cabe el ímpetu de los años muy jóvenes, las figuras delgadas y espectaculares...

Yo no sé si me habré vuelto invisible para el mundo... Es muy probable, pero nunca fui tan consciente de mi existencia como ahora, nunca me sentí tan protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de cada momento de mi existencia.
Descubrí que no soy un príncipe de cuento de hadas. (¡¡Por suerte!! debe ser muy aburrido)
Descubrí al ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y sus grandezas.
Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecto, de estar lleno de defectos, de tener debilidades, de equivocarme, de hacer cosas indebidas, de no responder a las expectativas de los demás.
Y a pesar de ello.... ¡quererme mucho!
Cuando me miro al espejo ya no busco al que fui... Sonrío al que soy... Celebro la posibilidad de elegir, a cada instante quien quiero SER, me alegro del camino andado, de la experiencia que me dieron estos años.Asumo mis contradicciones. Valoro lo recorrido. Tan mal no me fue...
¡Estoy aquí! ¡Qué bien vivir sin la obsesión de la perfección! Después de todo cuando decidí, que no quería la perfección, comencé a accionar y a alcanzar objetivos, como bajar esos casi 45 kilos que tanto pesaban en mi vida!
¡Qué bien no sentir ese desasosiego permanente que produce correr permanentemente buscando que todos te quieran!
¡¡¡Qué bueno está empezar a quererse y respetarse uno!!!
¡Qué maravilloso reconocer que la felicidad está tan cerca nuestro, tan relacionada con nuestras búsquedas y nuestros mágicos encuentros interiores!
¡Qué suerte haber comprendido que la magia y el poder no están en el afuera, sino en mí!

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