miércoles, 4 de agosto de 2010

EL DEDO

Un hombre pobre se encontró en su camino a un antiguo amigo. Éste tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros.

Como el hombre pobre se quejara de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato se convirtió en oro.

Se lo ofreció al pobre, pero éste se lamentó de que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro.

El amigo insistió en que ambos regalos eran poca cosa.

-¿Qué más deseas, pues? -le preguntó sorprendido el hacedor de prodigios.

-¡Quisiera tu dedo! -contestó el otro.

FIN

Deseamos, queremos, ansiamos, anhelamos, pedimos, rogamos, exhortamos, pero en realidad jamás estamos satisfechos. Todos percibimos en un cierto momento la necesidad de un "algo más", pero sin definir claramente en qué consiste. Por eso, vamos recibiendo casi sin darnos cuenta, en pequeñas dosis, pequeñas cosas, pero nos perdemos la oportunidad de apreciarlas, de saborearlas incluso, disfrutarlas en fin.

Saber identificar claramente qué es lo que verdaderamente se quiere supone tener un objetivo, un destino para esta etapa de nuestro viaje, pero conocer el dedo y saber pedirlo, significa obtener el milagro aquí y ahora.

Disfrutad.

Juan Pedro

LEER MÁS...