miércoles, 22 de diciembre de 2010

LA PIEDRA DE TOQUE



Se cuenta de un hombre al que un anciano sabio reveló un secreto fabuloso llamado "la piedra de toque". Se trataba de hallar dicho talismán tras lo cual estaría a su alcance todo aquello que deseara.
La Piedra de Toque podría encontrarse, según le informó el sabio, entre los guijarros de una playa. Todo cuanto debía hacer era pasear por la orilla e ir recogiendo guijarros. Si una de esas piedras la sentía tibia al tacto, cosa contraria a lo que suele suceder con los guijarros, habría encontrado la Piedra de Toque.
El hombre se marchó inmediatamente a su casa y decidió dedicar una hora cada día a la búsqueda de tal tesoro. Y cada mañana al amanecer recogía piedras en la playa. Cuando agarraba un guijarro que sentía frío, lo tiraba al mar. Esta práctica continuó hora tras hora, día tas día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año.
Cada guijarro se sentía frío. Cada guijarro era inmediatamente lanzado al mar. Sin embargo, se consolaba pensando que aquella práctica resultaba sana y agradable. De hecho, pasados los años, casi había olvidado la razón de sus paseos matinales por la playa, disfrutaba mirando el mar, observando el oleaje, escuchando a las gaviotas y recoger y tirar los guijarros pasó a ser casi un juego divertido, un hábito.
Pero entonces, tarde en una mañana, sucedió que tomó un guijarro que sintió tibio, a diferencia de los demás. El hombre, cuya conciencia apenas percibió la diferencia, lo lanzó al mar. Ni siquiera se dio cuenta que había tirado La Piedra de Toque. El tesoro cuya búsqueda había comenzado hace tantos años.
FIN
A veces me pregunto cuántas cosas tenemos a nuestro alcance que dejamos de lado casi sin darnos cuenta, en ocasiones, y otras plenamente conscientes, despreciándolas por su aparentemente insignificante valor.
En nuestro afán por ser felices, buscamos la técnica por excelencia, el maestro que nos ilumine, la lectura que nos haga sabios de repente, es decir, nuestra Piedra de Toque particular.
Así, como niños que en busca de su caramelo preferido dejan de lado otros envueltos en papeles de colores diferentes, nos olvidamos de la belleza de un amanecer, del misterio de una puesta de sol, de lo insondable de unos ojos cariñosos que nos miran con ilusión y esperanza.
La magia nos rodea pero nosotros, pobres mortales, la despreciamos puesto que nos creemos que somos capaces de diferenciarla, de distinguirla, de conocerla. Pero eso una contradicción evidente ya que si no tenemos esa felicidad o iluminación no estamos en condiciones de reconocerla cuando la veamos delante de nuestros ojos, y si la ya la poseemos, no necesitamos buscarla.
Me gustaría tener un maestro como el sabio de la historia,que me de una tarea distractora, sencilla y humilde, pequeña en su realización pero grande en su promesa, como impulso necesario para bucear en lo insondable de la vida.
Necesitamos de la ilusión, de la magia, aunque sea para buscar con humilddad y desapego, para apreciar lo hermoso de lo cotidiano porque, de defnitiiva, todos somos ya magos y sabios.
La maravilla está en nosotros y tan sólo tenemos que soltarnos y dejar que fluya, atrevernos a reconocerla, reclamarla y ejercitarla.
Hay una pequeña piedra de toque, que siempre está ahí mismo, a tu alcance, en tu corazón.

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